Insomnio, carencia.
No podía dormir aquella madrugada, sin embargo el sueño me consumía, el insomnio es un proceso complicado. Existen etapas en esta vigilia involuntaria y uno aprende a reconocerlas en base a programas televisivos, que entre paréntesis parecen estar dirigidos a la masa inconsciente que a esas horas mira aquella pantalla resplandeciente, o también en base a los diferentes sonidos que tiene la noche.
Existe por un lado ese sonido característico del comienzo de la madrugada, a eso de las 2 o 3 de la mañana, donde todavía circulan autos o las personas retornan a sus hogares luego de una juerga nocturna y sus conversaciones se escuchan en el frío de la noche.
Luego a eso de las 4, empieza el gélido y absoluto silencio de las luces dormidas, mirar por la ventana produce una sensación de vacío.
De ese momento en adelante solo escuchas tus pensamientos desvanecerse en una telaraña de ideas confusas sin destino.
La soledad se me presenta magnífica, total, ideal para la introspección, sin embargo nunca me considere una persona digna de dicho procedimiento, considero esencial aquella tarea para aquellos pensadores autodidactas que solo ven desafiado su conocimiento por sus propias barreras. Las ventanas empiezan a empañarse acaba de llover y es cada vez mayor el deseo de cobijarme en mi cama, pero llega un momento clave de la escritura donde esta se vuelve obsesiva al momento de relatar de manera fiel los acontecimientos que me aquejan en el ahora, es mi nueva misión el ser prudente y dedicado para lograr explicarles a ustedes, queridos lectores, las circunstancias que me han llevado a adquirir este estado sonámbulo.
Me queda solo un cigarrillo.
Mis pies me piden el calor de una frazada, la boca me exige agua y presiento que mi corazón en cualquier momento estallará.
Probablemente sea extraño el desear el malestar corporal, pero que mal no se entienda, no es el sufrimiento el que busco ni la flagelación de mis pies producto del frío, lo que anhelo, sino que ansío con toda mi alma este momento de autosatisfacción física y mental, que solo es capaz de entregar el silencio, la monotonía de la noche y la masturbación, el clímax puro del sexo, que conecta mi zona púbica con aquellos secretos eróticos de un pasado ya pasado y la claridad mental que se produce en el momento en que los pensamientos se escarchan con el frío matutino.
Me gustaría pensar que el plano onírico del acto del sueño se manifiesta generoso al entregarme la posibilidad y la astucia para crear estas palabras estando despierto, que el talento de la imaginación no se ha perdido esta noche sino que aventurero ha tomado una forma más atenta declarándose rebelde a la acción de cerrar los párpados.
Los ojos permanecen anchos y dignos, luchando encarnecidamente con el deseo corporal de dormir, sin embargo la vista se nubla y las imágenes cada vez más tenues no poseen horizonte mas allá del de la lámpara con el foco suelto que tintinea cerca de mí...
Silencio…silencio…Un invitado ha entrado por la ventana de mi habitación, es un coloso magnífico e imponente me alivia con su compañía, sus brazos de luz iluminan mi rostro ofreciéndome refugio.
En su inmensa sabiduría prefiere no hablar pero resuelto y seguro de sí mismo, cambia este paraje desierto de pensamientos autocomplacientes y soledad, por la imagen más sutil y poderosa que me haya encontrado hace mucho…El sol abre las cortinas de un nuevo día.
No podía dormir aquella madrugada, sin embargo el sueño me consumía, el insomnio es un proceso complicado. Existen etapas en esta vigilia involuntaria y uno aprende a reconocerlas en base a programas televisivos, que entre paréntesis parecen estar dirigidos a la masa inconsciente que a esas horas mira aquella pantalla resplandeciente, o también en base a los diferentes sonidos que tiene la noche.
Existe por un lado ese sonido característico del comienzo de la madrugada, a eso de las 2 o 3 de la mañana, donde todavía circulan autos o las personas retornan a sus hogares luego de una juerga nocturna y sus conversaciones se escuchan en el frío de la noche.
Luego a eso de las 4, empieza el gélido y absoluto silencio de las luces dormidas, mirar por la ventana produce una sensación de vacío.
De ese momento en adelante solo escuchas tus pensamientos desvanecerse en una telaraña de ideas confusas sin destino.
La soledad se me presenta magnífica, total, ideal para la introspección, sin embargo nunca me considere una persona digna de dicho procedimiento, considero esencial aquella tarea para aquellos pensadores autodidactas que solo ven desafiado su conocimiento por sus propias barreras. Las ventanas empiezan a empañarse acaba de llover y es cada vez mayor el deseo de cobijarme en mi cama, pero llega un momento clave de la escritura donde esta se vuelve obsesiva al momento de relatar de manera fiel los acontecimientos que me aquejan en el ahora, es mi nueva misión el ser prudente y dedicado para lograr explicarles a ustedes, queridos lectores, las circunstancias que me han llevado a adquirir este estado sonámbulo.
Me queda solo un cigarrillo.
Mis pies me piden el calor de una frazada, la boca me exige agua y presiento que mi corazón en cualquier momento estallará.
Probablemente sea extraño el desear el malestar corporal, pero que mal no se entienda, no es el sufrimiento el que busco ni la flagelación de mis pies producto del frío, lo que anhelo, sino que ansío con toda mi alma este momento de autosatisfacción física y mental, que solo es capaz de entregar el silencio, la monotonía de la noche y la masturbación, el clímax puro del sexo, que conecta mi zona púbica con aquellos secretos eróticos de un pasado ya pasado y la claridad mental que se produce en el momento en que los pensamientos se escarchan con el frío matutino.
Me gustaría pensar que el plano onírico del acto del sueño se manifiesta generoso al entregarme la posibilidad y la astucia para crear estas palabras estando despierto, que el talento de la imaginación no se ha perdido esta noche sino que aventurero ha tomado una forma más atenta declarándose rebelde a la acción de cerrar los párpados.
Los ojos permanecen anchos y dignos, luchando encarnecidamente con el deseo corporal de dormir, sin embargo la vista se nubla y las imágenes cada vez más tenues no poseen horizonte mas allá del de la lámpara con el foco suelto que tintinea cerca de mí...
Silencio…silencio…Un invitado ha entrado por la ventana de mi habitación, es un coloso magnífico e imponente me alivia con su compañía, sus brazos de luz iluminan mi rostro ofreciéndome refugio.
En su inmensa sabiduría prefiere no hablar pero resuelto y seguro de sí mismo, cambia este paraje desierto de pensamientos autocomplacientes y soledad, por la imagen más sutil y poderosa que me haya encontrado hace mucho…El sol abre las cortinas de un nuevo día.