miércoles, 1 de julio de 2009

Insomnio, carencia

Insomnio, carencia.

No podía dormir aquella madrugada, sin embargo el sueño me consumía, el insomnio es un proceso complicado. Existen etapas en esta vigilia involuntaria y uno aprende a reconocerlas en base a programas televisivos, que entre paréntesis parecen estar dirigidos a la masa inconsciente que a esas horas mira aquella pantalla resplandeciente, o también en base a los diferentes sonidos que tiene la noche.
Existe por un lado ese sonido característico del comienzo de la madrugada, a eso de las 2 o 3 de la mañana, donde todavía circulan autos o las personas retornan a sus hogares luego de una juerga nocturna y sus conversaciones se escuchan en el frío de la noche.

Luego a eso de las 4, empieza el gélido y absoluto silencio de las luces dormidas, mirar por la ventana produce una sensación de vacío.

De ese momento en adelante solo escuchas tus pensamientos desvanecerse en una telaraña de ideas confusas sin destino.

La soledad se me presenta magnífica, total, ideal para la introspección, sin embargo nunca me considere una persona digna de dicho procedimiento, considero esencial aquella tarea para aquellos pensadores autodidactas que solo ven desafiado su conocimiento por sus propias barreras. Las ventanas empiezan a empañarse acaba de llover y es cada vez mayor el deseo de cobijarme en mi cama, pero llega un momento clave de la escritura donde esta se vuelve obsesiva al momento de relatar de manera fiel los acontecimientos que me aquejan en el ahora, es mi nueva misión el ser prudente y dedicado para lograr explicarles a ustedes, queridos lectores, las circunstancias que me han llevado a adquirir este estado sonámbulo.

Me queda solo un cigarrillo.

Mis pies me piden el calor de una frazada, la boca me exige agua y presiento que mi corazón en cualquier momento estallará.

Probablemente sea extraño el desear el malestar corporal, pero que mal no se entienda, no es el sufrimiento el que busco ni la flagelación de mis pies producto del frío, lo que anhelo, sino que ansío con toda mi alma este momento de autosatisfacción física y mental, que solo es capaz de entregar el silencio, la monotonía de la noche y la masturbación, el clímax puro del sexo, que conecta mi zona púbica con aquellos secretos eróticos de un pasado ya pasado y la claridad mental que se produce en el momento en que los pensamientos se escarchan con el frío matutino.
Me gustaría pensar que el plano onírico del acto del sueño se manifiesta generoso al entregarme la posibilidad y la astucia para crear estas palabras estando despierto, que el talento de la imaginación no se ha perdido esta noche sino que aventurero ha tomado una forma más atenta declarándose rebelde a la acción de cerrar los párpados.
Los ojos permanecen anchos y dignos, luchando encarnecidamente con el deseo corporal de dormir, sin embargo la vista se nubla y las imágenes cada vez más tenues no poseen horizonte mas allá del de la lámpara con el foco suelto que tintinea cerca de mí...

Silencio…silencio…Un invitado ha entrado por la ventana de mi habitación, es un coloso magnífico e imponente me alivia con su compañía, sus brazos de luz iluminan mi rostro ofreciéndome refugio.
En su inmensa sabiduría prefiere no hablar pero resuelto y seguro de sí mismo, cambia este paraje desierto de pensamientos autocomplacientes y soledad, por la imagen más sutil y poderosa que me haya encontrado hace mucho…El sol abre las cortinas de un nuevo día.

Pequeña ponencia de una mente en conflicto.

Pequeña ponencia de una mente en conflicto.

Era una ocasión de encontrarse con el arte, la música, en fin una tarde de teatro. La invitación estaba abierta a cualquier persona que quisiese participar de una tarde de entretención… Sin embargo lo que encontraron seguro marcaría sus vidas de vergüenza y humillación…

Con la siguiente frase comenzó su monólogo. “Con pesar me he dado cuenta que la vida es un cuadro que se repite, que contiene un código determinado de colores y expresiones”

Sentado solo…solo, dentro del haz de luz que proyectaba un reflector, su mirada ya no tenia el brillo característico de la niñez, en ves demostraba una profunda herida por la cuales sangraban todos aquellos pensamientos y emociones que caracterizan a la humanidad. Esto no lo convertía en una persona indolente, si no en un viajero en busca de explicaciones.
Su ropa rasgada y manchada de colores grises, los zapatos desgastados por tanto correr sin destino, sus manos tristes llenas de orgullosas cicatrices, las cuales se elevaban como montañas entre sus dedos, y claro, aquel camino interminable, ancho como el más ancho de los mares, que surcaba sus mejillas producto de las lágrimas.

La forma de relatar del muchacho sumergía a los atónitos espectadores en sentimiento parco, tan negro como un corazón vengativo que yace en las profundidades del mar.

“Será habitual en el mundo el vivir tan solo…solo. ¿Es que acaso ustedes no son capaces de apreciar cuanta gente es la que lastiman con su indiferencia? ¿No saben lo que podrían crear si sólo extendieran su mano al perfecto extraño? Pero no…Más bien prefieren crear un círculo pequeño de personas, “amigos”, a los cuales les honra llamar en ocasiones especiales para celebrar sus ceremonias sin sentido, pero que de todas maneras son capaces de destruir a puertas cerradas.”

Estas palabras no fueron insignificantes para mí, en mi orgullo de amigo me sentía herido por esta crítica a la amistad, pero en mi corazón de padre se orquestaban nuevos sentimientos hacia este niño… Quería abrazarlo y consolarlo.

Un grito me despierta de esta corta reflexión…

“¡Sí, tu! que me dejaste preparado para desaparecer en el viento, el que creaste las sombras en los insectos para poder opacar mi existencia, tu que me diste nada, aquel magnánimo e imponente mesías que solo has creado una cadena de errores...
¡Escúchame! ¡Este no es tu hijo! ¡Yo soy tu imagen!

Al incorporarse y decir estas palabras, no pude evitar el escalofrío que recorrió mi espina dorsal. Nunca había escuchado una crítica tan directa al dogma divino.

La verdad quise irme de aquel lugar, pero claro, antes fingiendo un gesto de desaprobación. Mi mundo cotidiano de crucifijos neones e ideas demagógicas, se veía amenazado por los albores de esta nueva idea, aquella que irrumpía con la pasividad social con la cual me sentía orgullosamente comprometido y educado.

Debo admitir que ya en la sala no veía como un prójimo al espectador que se sentaba a mi lado.
No. No quiero creer esto, sin embargo, como negar mis oídos a este joven y a su dolor, él no miente, me habría dado cuenta. Siento el deber de escucharlo ¡Mierda he sido parte de el! ¡Soy causante de su soledad!
Quiero tranquilizarme, el no merece ningún tipo de interrupción…

“Pero no, no quiero ser obscuro, no quiero parecer un bandido ni un sacerdote, busco que miren a su alrededor y traten de descifrar ese código de colores e imágenes y que me expliquen cual, en el fondo es el sentido de las relaciones humanas. Responder la pregunta, por qué siendo sordo y mudo para los demás, y o si, han sido ustedes los que me han legado esta irrefutable realidad, yo puedo escucharlos y puedo emitir palabra”.

“Me produce lastima caminar entre ustedes, prefieren ocultar su propio egoísmo con mascaras de cordialidad, que ser realmente cordiales ¿No es eso lo que su dios les ha enseñado? Pues aquí estoy, no me he movido, pero siento que he sido manipulado por sus sentimientos hostiles, que he sido transportado a través de otra dimensión sin la posibilidad de volver”.

“No quiero su perdón…No están en posición de perdonar. Mi vida ya encontró un destino, lejos de su comprensión, ustedes no podrían descifrar mi comportamiento…Ese destino es ayudarlos, si oyeron bien, no creo en ti pero creo en todos ustedes. Sé lo que es capaz de crear la verdadera unión entre las personas, lo he visto millones de veces en mis sueños azules, les otorgo a estos prioridad, caminan entre ustedes y yo seré el que se los enseñe”

La vida me acababa de entregar otra oportunidad. Siempre me considere una persona informada e interesante, sin embargo, al observar los movimientos espontáneos de este niño por el escenario de madera, el escuchar de su vida que estaba tan abandonada como la cortina roja que se flameaba atrás de el, y sobretodo, que a pesar de todos sus tristes días, está dispuesto a ayudarnos a encontrar el verdadero significado de la humanidad.... Me di cuenta que mi sabiduría era nada comparada con su dolor.


“Es la primera vez en mi vida que me siento atendido, les agradezco esto y que caminen los libres y solidarios”

Un aplauso intenso sonó en el antiguo anfiteatro, en momentos pensé que se venia abajo. El sonido de aquellas palmas humanas llenó el lugar y sin duda el corazón del chico…También el mío.